Impresiones sobre el libro
Ante todo debo indicar que el libro me ha gustado. En setenta y ocho capítulos cortos la autora ha sabido acercar la historia de una investigación policial llevada a cabo por policías de carne y hueso, con sus muchos defectos y virtudes. El comandante
Maxime Revel, un hombre cerrado en sí mismo, con graves problemas familiares y de salud, tendrá que ocuparse de la muerte de
Eddy Stark, una vieja gloria del rock encontrado sin vida en su domicilio de Méry. Lo que podía en principio ser considerado un accidente sexual, o un
"lío entre homos" debía ser investigado, porque si de algo estaba Revel seguro era de que no había que fiarse de las apariencias.
Ayudado por su equipo, la benjamina
Sonia Breton, teniente de policía, y los capitanes
Renaud Lazare y
Abdel Mimouni, la investigación se va pronto a centrar en el entorno que rodeaba en vida al músico fallecido, empezando por la persona que lo encontró, su jardinero
Thomas Fréaud, sus compañeros de juerga y un hijo adoptivo que residía en Nueva York. Ante todo había que descartar que la muerte fuera un asesinato.
Aunque el equipo de Revel se centra en la investigación en curso, el propio comandante no acaba de prestarle todo su tiempo porque por aquellas fechas, cercanas a la Navidad, seguía pensando en un caso que había investigado diez años antes y que no había podido cerrar, el
caso Porte, el asesinato de un matrimonio mayor en el bar que regentaban. Si por algo tenía Maxime Revel ese caso
clavado en el corazón era porque la muerte de esta pareja coincidió con la desaparición de su mujer,
Marieke Revel, que daba clases de canto a unos granujillas y que desapareció un jueves por la noche después de sus clases, coincidiendo con el asesinato de la pareja, sin que nadie la volviera a ver. En su fuero interno, el caso del asesinato de la pareja y el de la desaparición de su mujer estaban relacionados para Maxime.
El 21 de diciembre de 2001 marcó un antes y un después en la vida del comandante
Maxime Revel. Aunque casi todos en la comisaría entendían su obsesión por el caso Porte, muchos pensaban que la desaparición de su mujer pudo haber sido voluntaria, puesto que salen a la luz infidelidades por las dos partes, e incluso en algún momento el propio Maxime sería tratado como responsable de la desaparición. La vida del comandante daría un vuelco importante desde ese momento y esa herida sin cicatrizar influiría en su vida profesional, que lo convertiría en alguien asocial, y en su vida personal, ya que su hija
Léa no consiguió superar la ausencia de su madre, de la que culpaba al propio Maxime, y no había encontrado aún su sitio en la vida, y se abandonaba, presa de la anorexia. Ni siquiera el traslado a Versalles para vivir, poco después de la desaparición de la madre en Rambouillet, hizo que padre e hija olvidaran lo ocurrido.
Si algo tiene este libro es que nos presenta a
personajes reales, con defectos, y trata
temas cercanos, como pueden ser la anorexia, el tabaquismo, las difíciles relaciones entre padres e hijos, centradas en los problemas de comunicación, el autismo, los problemas conyugales, la prostitución... Los policías no se presentan como súper héroes, sino que son personas con problemas, con manías. Maxime Revel se nos presenta como un personaje cerrado en sí mismo, antisocial, que no se abre al equipo compartiendo problemas personales, que no encuentra la forma de comunicarse con su hija para ayudarla, que no es capaz de ayudarse a sí mismo, ya que no cuida su propia salud a pesar de los ataques de tos que le provoca el tabaco... Sonia Breton es una joven obsesiva con sus cosas, que se agobia si algo está fuera de sitio, con problemas propios que tampoco comparte con nadie. Renaud Lazare tiene problemas conyugales y Abdel Mimouni se cree irresistible, aunque en el fondo no consiga nada en sus relaciones...
Pese a los problemas personales, el equipo pronto toma las riendas de la investigación de la muerte del cantante y la investigación del
caso Porte también se va a ver favorecida, gracias a la insistencia del propio comandante, y a la vuelta a Rambouillet de un joven autista,
Nathan Lepic, ahora más recuperado, que vivía cerca del bar que regentaba el matrimonio asesinado, y que pese a su juventud tenía la manía de apuntar y dibujar todo lo que veía; su memoria podía ser una pieza clave para dar un acelerón al caso.
La autora ha sabido jugar con la historia, y nos presenta dos investigaciones paralelas, una que afecta a unos hechos que tuvieron lugar diez años antes y otra que se desarrolla en época actual, pero no juega con el flash back, sino que en tiempo presente nos va avanzando cómo se van desarrollando las investigaciones, que acaban uniéndose, de una manera sutil, dando una explicación lógica y razonable a las pesquisas llevadas a cabo. Asistimos en el libro al avance de las investigaciones y se nos presentan informes policiales que acaban cerrando los casos (supongo que en esto se tiene que notar la profesión de la escritora).
Es curioso un pequeño guiño a España que encontramos entre las páginas del libro:
"España, el lugar en el que, desde hacía decenios, los truhanes franceses iban a buscar refugio..."
La historia que el libro presenta queda totalmente cerrada, y se da carpetazo definitivo a las dos investigaciones que se van desarrollando a lo largo de la trama, gracias a los aspectos que acaban relacionando los dos casos planteados. Los personajes están bien tratados, a pesar de que los capítulos cortos se centran principalmente en la investigación, pero las pinceladas que la autora da de los distintos policías que forman el equipo de Revel hace que queramos saber más detalles de su vida; estas pinceladas no cortan la historia en mi opinión, sino que enriquecen la trama, porque quitan al cuerpo policial ese halo de
invencibles con el que son tildados en otras historias (aquí son personajes cercanos, con muchos defectos, pero buenos en su trabajo). Para concluir la historia la autora nos regala un
epílogo, narrado en tiempo presente, donde resume la situación actual de los miembros de la comisaría que han contribuido a la investigación. Deja el caso cerrado, sin flecos que puedan dar lugar a una continuación, y nos cuenta qué hacen los investigadores a día de hoy, curiosa forma de cerrar la historia. Le he tomado cariño a los personajes (aunque he estado poco tiempo con ellos, puesto que el libro se devora y se lee casi de tirón), y no me ha molestado saber qué ha pasado con ellos de manos de la imaginación de la autora.
En general el libro me ha gustado, he disfrutado con su lectura. Lo he devorado en apenas un fin de semana, y a ello ha contribuido el lenguaje cercano con el que está escrito y los capítulos cortos que hacen que se avance en la lectura. El único inconveniente que tiene para mí son los nombres en francés (tanto de los personajes como de los lugares), pero un pequeño esquema mientras se avanza en la lectura lo soluciona (me estoy acostumbrando a tomar pequeños apuntes a medida que leo). Los nombres no son realmente difíciles, y tampoco aparecen tantos personajes, el problema lo tengo yo con el francés, idioma que desconozco pese a la proximidad del país vecino (estoy más acostumbrada a los nombres en inglés y ya me estoy familiarizando con nombres suecos), así que una novela negra centrada en Francia de vez en cuando viene bien. A mí personalmente me ha gustado y la recomiendo, ha sido un buen descubrimiento.