Título:
La gente feliz lee y toma café
Título original:
Les Gens heureux lisent et boivent du café
Autora:
Àgnes Martin-Lugand
Traductor: Juan Carlos Durán Romero
Editorial:
Alfaguara
1ª edición en español: 2014
Formato: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-204-1653-3
200 páginas
Sinopsis (trasera del libro):
Tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un año encerrada en casa, incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje con el mundo real es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y toma café, en el que Diane no ha vuelto a poner los pies.
Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su huraño y salvaje vecino, que la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué hacer con ellos?
Sobre la autora
Àgnes Martin-Lugand es psicóloga clínica y durante más de seis años trabajó en el campo de la protección de la infancia en Rouen (Francia). Después de enfrentarse a numerosas negativas por parte de las editoriales, decidió autoeditar en Amazon
"La gente feliz lee y toma café" en diciembre de 2012. Rápidamente su novela alcanzó los primeros puestos y fue el primer caso de autoedición contratado por una editorial tradicional en Francia. Los derechos han sido vendidos a dieciocho países y próximamente será adaptada al cine en una coproducción internacional.
Impresiones sobre el libro
Escrito en primera persona y en pasado por su protagonista principal, Diane, asistimos desde la primera página al drama que le afecta. Casi en las primeras líneas del libro descubrimos que un fatídico accidente de coche se llevó por delante las vidas de su marido, Colin, y de su pequeña hija Clara. Un año después del accidente Diane no es capaz de hacer frente a esta pérdida y ha roto los vínculos que la unían a su vida anterior, con la excepción de su amigo Félix, que es además socio en el café literario que regentan los dos "La Gente Feliz lee y toma café", y que da título al libro que hoy presentamos.
No estamos ante un libro optimista o divertido, pero se deja leer, y lo más importante, te deja reflexionando sobre cómo te comportarías ante una situación igual, aunque creo que eso no se sabe realmente hasta que pasa, y no querría vivir lo que tuvo que sufrir la protagonista. Es ante todo una superación del duelo, pero bien narrada, que ofrece pinceladas de una vida anterior protagonizada por una familia feliz y que deja una puerta abierta a la solución del problema.
Mi contacto con el libro se produjo en el apartado de novedades de la biblioteca que frecuento. Me atrajo su portada, su título, con el que me sentí pronto identificada, y también el escaso número de páginas (últimamente me ha dado por los libros cortos). Aunque el título, que alude a un café literario, no tiene una gran importancia en la trama, hay que reconocer que ha servido de gancho para que algunos, como ha sido mi caso, nos acerquemos al libro.
Diane, a pesar de ser la narradora de la historia, se nos presenta como una mujer encerrada en su mundo y en su propio dolor, que no ha sido capaz de superar la muerte de sus seres queridos, y que trata de romper todos los vínculos con el mundo real que está más allá de su propio hogar, del que no ha cambiado nada desde el accidente (la habitación de Clara sigue igual, en el aseo ya no hay cosméticos femeninos porque no merece la pena arreglarse...) Se nos presenta como alguien con problemas, que puede estar pidiendo a gritos la ayuda de un psicólogo, pero prefiere no salir del mundo en el que ha quedado metida después del accidente, culpándose por no haber muerto con ellos. Sigue usando el champú con aroma a fresa que utilizaba su hija y la camisa y el jersey con capucha de Colin; sus días transcurren dando vueltas a la casa fumando un cigarrillo tras otro, buscando una soledad elegida por ella.
Sin relación con sus propios padres ni con sus suegros, con los que rompió todo vínculo después del entierro, tampoco es capaz de visitar a su familia en el cementerio, ni de conmemorar la fecha del fallecimiento, puesto que no tenía nada que celebrar en su opinión. A pesar de tener un negocio en común con Félix, el café literario que con tanta ilusión abrieron cinco años antes, tampoco sería capaz de hacerse cargo de él, porque todo le recordaba a su familia. El único eslabón que la unía a la realidad era el propio Félix, que tenía llave de su casa y que se presentaba todos los días en ella sin avisar. Félix quería que Diane viviera, porque hacía un año que su familia se había ido y eso no era razón para abandonarse. Como Félix no iba a dejarla tranquila en su misión de que volviera a vivir, Diane va a decidir abandonar París, con destino a un pueblo perdido de Irlanda, lugar al que su marido hubiera querido viajar.
En apenas diez capítulos asistimos al drama de la protagonista y nos acercamos a su particular forma de superar el duelo. Aunque Diane es la protagonista principal, y ella es la encargada de acercarnos a su propia historia, los personajes secundarios también tienen un peso importante en la trama, y pese a la brevedad del texto, les cogemos cariño, especialmente a Félix, cuyo objetivo principal será que Diane viva de nuevo. Nos puede parecer un personaje algo superficial porque para él "la vida se reducía a una fiesta gigante, sazonada por sexualidad desenfrenada y consumo de sustancias nuevas", pero será el faro que ayude a Diane a volver a la normalidad.
En Irlanda, aunque apartada del mundo, Diane entrará en contacto con sus caseros, Abby y Jack, un matrimonio con el que marcará las distancias a pesar de la amabilidad con la que la tratan desde el primer momento, y con los sobrinos de éstos, Edward, un vecino algo huraño con el que Diane establecerá una relación de odio/deseo y que resultará una pieza clave en la historia, y Judith, su hermana pequeña, con la que Diane traba una buena amistad.
Lo bueno del libro es que se lee casi de tirón, porque queremos saber qué le pasa finalmente a Diane. Puede resultar triste en algún momento, partiendo del drama interior por el que pasa la protagonista tras la muerte de su familia, pero te deja reflexionando cómo hubieras actuado tú en su lugar; en estos casos es difícil ponerse en la piel de la protagonista, y la historia nos llega más o menos según la relacionemos con nuestras propias vivencias o estado de ánimo. Lo que sí tiene el libro es que nos acerca las calles de París a través de los recuerdos que Diane evoca de su familia y nos transporta a un pequeño pueblo de Irlanda, Mulranny que llegamos casi a sentir gracias a las precisas descripciones que la autora hace de él, en especial de sus playas. No sé cómo será la versión cinematográfica que se prepara de la novela, seguro que no es una historia de acción, pero si capta bien los paisajes presentados en el libro puede merecer la pena un paseo por París y un pueblo recóndito de Irlanda.
Si os apetece pasar un par de tardes descubriendo qué le pasa finalmente a Diane, acercaos sin temor al libro, yo no os voy a desvelar el final.