miércoles, 18 de noviembre de 2020

Una promesa de juventud. María Reig.

Volvemos con las reseñas para #SoyYincanera, esperando retomar el ritmo lector.

Datos técnicos del libro

Título: Una promesa de juventud
Autora: María Reig
Editorial: Suma de Letras (Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.)
Formato: Tapa dura con sobrecubierta
ISBN: 978-84-9129-425-2
Primera edición: agosto de 2020
752 páginas.
PVP.: 19'90 €

Sinopsis (tomada del propio libro)

Un internado en mitad del bosque. 
Una joven en busca de respuestas.
Un gran misterio por resolver.

Suiza, 1939. St. Ursula acoge a alumnas extranjeras para el nuevo curso. Charlotte, una de las veteranas, será la encargada de integrar a Sara Suárez. Con el paso de los días, las jóvenes fraguan una amistad que se verá interrumpida por la guerra.

Oxford, década de 1970. Caroline Eccleston prepara su tesis sobre los internados suizos en la Segunda Guerra Mundial. El hallazgo del cierre inesperado de uno de ellos enciende la curiosidad de Carol, que no duda en viajar a Zúrich para encontrar respuestas.

Después del éxito de Papel y tinta, María Reig vuelve con una novela conmovedora narrada con gran fuerza y ritmo. Una promesa de juventud es la deslumbrante recreación de un tiempo de sombra que cincela la personalidad de unas adolescentes que intentan sobrevivir en un mundo lleno de demonios.


Datos sobre la autora (tomados del propio libro)

María Reig (Barcelona, 1992) estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Dirección de Comunicación Corporativa en EAE Business School. En 2019 publicó la novela de ficción histórica Papel y tinta tras el éxito de la campaña de crowdfunding que desarrollo en 2018. La novela se convirtió en un auténtico fenómeno editorial: alcanzó las diez ediciones y los 50.000 ejemplares vendidos en el año de su lanzamiento y recibió el reconocimiento de Debut Literario en los premios Un Año de Libros 2019 otorgados por El Corte Inglés.
©️Fotografía de la autora: Paco Navarro


Impresiones sobre el libro

Una promesa de juventud nos plantea un misterio a resolver, pero lo hace de una manera pausada, quizá en exceso. La historia se nos presenta en dos planos temporales: un presente que se remonta a finales de la década de los setenta del pasado siglo, y un pasado que se desarrolla en Suiza, durante el curso académico 1939-40, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, teniendo como protagonistas a los alumnos y profesores de dos internados de prestigio, el St. Ursula Internationale Schule für Damen (femenino) y el Institut Sankt Johann im Wald (masculino).

La encargada de acercarnos a ese misterio será Caroline Eccleston, que dispuesta a escribir una tesis sobre los internados suizos y su papel durante la neutralidad del país en la Segunda Guerra Mundial no dudará en viajar a Zúrich desde Oxford, para entrevistarse con Charlotte Geiger, una antigua alumna que puede aportar luces al  porqué del cierre del internado femenino una vez acabado el curso, ya que no hay forma de encontrar datos que respondan a esa pregunta, y por más que Caroline lo intenta no encuentra sino el nulo apoyo de los que ahora están al frente del negocio, y han desaparecido los documentos de aquella época. Los recuerdos de Charlotte, dama de cierto prestigio y algo estirada en ocasiones, van a servir a Caroline y al propio lector para hacerse una visión global de lo acontecido en aquella época.

Charlotte Geiger narra en primera persona lo que ocurrió en el internado suizo durante el curso 1939-1940. A través de sus recuerdos podremos hacernos una idea global de lo acontecido con la institución en la que se estaba formando. Alumna veterana, estará al corriente de las conversaciones de compañeras y profesoras y de los hechos que van ocurriendo en torno a Suiza, país que se mantendrá neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero que se ve salpicado por el ambiente belicista que se respira en los países de alrededor y en el resto del mundo, ambiente al que no serán ajenos los estudiantes de los internados, puesto que en ellos se dan cita alumnos de diferentes países, que irán viviendo el temor a una inminente guerra según las noticias que reciban por carta de sus familiares y por los rumores que se desarrollan en el instituto según la información que manejan unos y otros. La propia Charlotte estará muy pendiente de los acontecimientos bélicos por sus escapadas al pueblo cercano al internado, y su amistad con los dueños de una pequeña tienda con los que pasa rato escuchando por la radio noticias de lo que va sucediendo en Europa, sobre el avance alemán y las movilizaciones de tropas de otros países para afrontarlo.

Estamos ante una historia pausada que necesita asimismo una lectura pausada. Son muchas las páginas que componen la historia, en la que se vislumbra un misterio desde el primer momento pero, dado el ingente número de personajes que pueblan la trama, son varias las historias que se van desarrollando a medida que avanzamos en la lectura, tramas secundarias que en ocasiones nos empujan a seguir leyendo aunque en determinados momentos puedan sacarnos de la historia. Recomiendo una lectura calmada, sobre todo hasta la mitad del libro, para asimilar los distintos personajes de los que se habla, tanto femeninos, que son los que más peso tienen en la historia, como masculinos. Nos están hablando de la historia de dos internados que tienen relación entre sí, y es normal que asistamos a su día a día, con anécdotas de alumnos y profesores. Si a esto le unimos que el elenco de alumnos proviene de distintos países, a veces es fácil perderse entre nombres y en opiniones de unos y otros. Aunque esto parezca una nota negativa, llevando a cabo una lectura pausada pronto sabremos quién es quién en la trama. Estamos ante una novela coral, no hay duda, y pese a todo los personajes están bastante bien desarrollados, aunque tantos datos en algún momento puedan sacarnos de la trama en mi modesta opinión. Si se continúa la lectura del libro al final encontramos que realmente son un puñado de amigos (de los dos internados de los que se habla en la historia) los protagonistas reales, y también habrá que destacar a un pequeño número de profesores. Los datos sobre el resto son relleno y pueden hacer que nos despistemos en algún momento.

Se nota la buena labor de documentación llevada a cabo por la autora, que ayuda al lector a conocer cómo afrontó Suiza su neutralidad y cómo afectaría la misma a los diferentes alumnos de los internados procedentes de varios países, que afrontaron de manera distinta los preparativos de la guerra y el avance de la misma.

La novela es un canto a la amistad. Los estudiantes de los dos internados provienen de distintos países y llevan con ellos la ideología que sus familias les han inculcado al educarles. El estallido de la guerra y las posturas políticas tomadas por los diferentes países de los que proceden los alumnos podrían influir en las amistades que se han forjado en los internados, pero los lazos que los han unido (a algunos a lo largo de varios cursos) están por encima de intereses políticos y los problemas que van surgiendo en ese último curso académico investigado por Caroline Eccleston para su tesis se van afrontando gracias a las amistades creadas.

Podría hacer un listado anotando los nombres de los personajes que desfilan por el libro, tanto en el "presente" como en el pasado, y analizar las características de cada uno, pero prefiero únicamente nombrar a algunos de ellos, que verdaderamente destacan en la historia, y sus nacionalidades, punto clave para entender algo de la trama. Así tenemos a Charlotte Fournier (la futura señora Geiger), protagonista indiscutible y narradora de los acontecimientos, y a la española Sara Suárez Ackermann, con la que al principio no congenia pero con la que afianzará una gran amistad. La canadiense Évanie Sauveterre, la portuguesa Joanna Medeiros y la alemana Liesl Bachmeier completan el grupo de amigas, cuya amistad se fortalecerá a lo largo de todo el curso. Asistiremos a sus secretos más preciados, conoceremos problemas de convivencia, seremos partícipes de sus temores de juventud y de cómo se enfrentan al peligro de una inminente guerra. El hecho de que el instituto masculino esté tan cerca hará que este grupo de chicas haya entablado amistad con los estudiantes del otro centro, y aquí destacaríamos por encima de todos a George Barnett, hijo de una importante familia de la aristocracia británica y amigo de travesuras, que tendrá un papel destacado en la trama. Junto a él tenemos a los suizos Viktor Stäheli y Steffen Bächi, el indio Dilip Sujay Gadhavi y el danés Kristoffer Møller. No os asuste el número ingente de personajes que pueblan la novela; al final del libro hay una guía de personajes principales por si alguien se pierde.

Voy a intentar resumir qué me ha parecido el libro, aunque pueda resultar algo repetitivo con lo ya indicado más arriba. Cuando desde #SoyYincanera nos ofrecieron la posibilidad de leer el nuevo libro de María Reig, personalmente no lo pensé ni un segundo. Habíamos disfrutado mucho con su anterior novela, Papel y tinta, y queríamos saber cómo había evolucionado la autora. Está claro que la historia con la que nos ha agasajado ahora resulta interesante, especialmente a aquellos que gusten de tramas que se desarrollan en torno a la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que ha sido mucho lo que se ha escrito. En este caso no nos acercamos a la guerra en plan sangriento, no hay descripciones de batallas, vamos conociendo el desarrollo de los acontecimientos por las informaciones que llegan a unos y otros, y será Charlotte la encargada de recopilarlas y contarlas para que lleguen al presente, que en la trama se corresponde con finales de los setenta del siglo pasado. He vuelto a sentir el buen hacer de María Reig como escritora. Se nota que maneja el lenguaje y sabe transmitir, eso ya lo dejó claro con su anterior novela. Le gustan mucho las descripciones, algunas necesarias para que el lector se meta en la historia (como cuando describe el bosque en el que se esconden algunos estudiantes cuando quieren escapar de la doctrina del internado), pero otras no tan primordiales (como la descripción del hostal en el que se hospeda Caroline) pueden acabar ralentizando la trama, y creo que eso es lo que pasa en algunos momentos, que estamos ante una escritura pausada, que requiere también una lectura pausada. 

Por circunstancias personales que no vienen a cuento he leído este libro en dos etapas, algo menos de la mitad en un primer momento y el resto casi de tirón en pocos días. No estaba demasiado concentrada para seguir una obra de esta magnitud, porque mis sentidos no estaban plenamente en la historia, y eso hace que no haya disfrutado de la narración tanto como me hubiera gustado. Encontré dificultades para seguir la trama en determinados momentos, por la cantidad de personajes y nombres extraños que aparecen en la historia. Creo que aunque hubiera estado al 100% también me habría costado entrar en la trama, porque la narración es bastante lenta al principio, hablando de las clases, de las escapadas al pueblo, de las anécdotas de alguna que otra alumna... Pulula un misterio en la narración, pero tardaremos en saber en qué consiste. Creo que hay una necesidad de que el lector afronte la lectura de forma tranquila. Está claro que esta novela no es precisamente de las que se devoran. La cantidad de datos y descripciones que aparecen en la historia, el hecho de que se desarrolle en dos planos temporales y de que no haya verdadera acción hasta faltar unas doscientas páginas para el final puede que desista a algunos de acercarse a ella. Quería terminar la lectura, por salir del bache que me había provocado esas circunstancias que he comentado más arriba, y porque no me gusta dejar una lectura a medias. Este libro es de aquellos que merecen ser leídos hasta el final, porque a falta de poco más de doscientas páginas todo se precipita, la historia coge ritmo y el desenlace resulta favorable. Algunos pueden pensar que ha sido un final precipitado, después de tanta página sin que pase casi nada, pero personalmente he agradecido que coja ritmo al final y el haber quedado con una buena sensación en general. Sé que estamos faltos de tiempo, y que hay mucho por leer, pero sigo pensando que a un libro, por todo lo que lleva detrás, hay que darle oportunidades, y me alegro de haber terminado esta lectura. No es el primer libro ni el último que leeré al que salvan los acontecimientos que se desarrollan en el tramo final de la historia, así que seguiré con mi máxima de ¿quién puede más, el libro o yo?, que hasta ahora me ha funcionado y ha hecho que no me arrepienta de haber llevado las lecturas hasta el final, y también es este el caso que aquí os traigo.

Por si no ha quedado claro, en general el libro me ha gustado. Tengo claro que en algunos momentos sobra información, hay demasiados personajes entre los dos internados, con sus alumnos y profesores, de los que se dan excesivos datos, que a lo mejor no aportan demasiado a la historia, más allá de ver cómo reaccionan ellos y sus familias ante el inminente estallido de la guerra, según sus opiniones, procedencia o nivel adquisitivo de las familias. Quizá hay demasiadas descripciones, que ralentizan en algunos momentos la trama, narraciones de anécdotas estudiantiles que enriquecen la historia pero que no llevan a conocer el misterio del que se habla en el libro, capítulos demasiado extensos que no invitan a seguir leyendo. Creo que la extensión de los capítulos es un tema a tener en cuenta; las más de setecientas páginas que conforman el libro están divididas en catorce capítulos, los últimos bastante cortos, pero al principio del libro algunos capítulos rondan las setenta o cien páginas, visto lo cual es complicado que una vez acabado un capítulo quieras seguir leyendo y acabes el libro en un suspiro, lo que suele pasar cuando los libros tienen los capítulos más cortos, que a poco que te entusiasmes se acaba. Por la forma en que Una promesa de juventud está narrado hay que leerlo con calma, disfrutando de los paisajes, de la ambientación, de las anécdotas, de los temores y sueños de unos estudiantes de familias elitistas que se formaban en los mejores colegios siguiendo la voluntad de sus padres, que en muchas ocasiones tenían decidido el futuro de sus vástagos. Y encontramos también respeto y lealtad, camaradería, cooperación entre débiles y amores de juventud. 

En la trama hay un misterio, que no voy a desvelar. Os invito a que os adentréis en la lectura de este libro para descubrir qué provocó el cierre del internado femenino, que es algo que queda claro al final de la novela. Este misterio sirve a la autora para acercarnos a una época complicada de la historia de Europa y del mundo, los inicios de la Segunda Guerra Mundial y cómo pudo influir su estallido en diferentes lugares y a diferentes clases sociales. Se habla de la neutralidad de Suiza, que hemos estudiado en los libros, pero también del temor del país a ser invadido, como ocurrió con otros países que también se consideraban neutrales. Se habla de la enseñanza, de los internados destinados a familias de gran poder económico, donde se formaban los hijos de magnates, políticos y miembros importantes de la sociedad mundial, y cómo ese poder adquisitivo de los padres repercutía en las notas de los hijos, a los que en ocasiones se valoraba más por el apellido que por sus logros o deméritos. Una promesa de juventud encierra una crítica a una sociedad que creía que se podía comprar todo con dinero, y a que los padres de familias ricas creyeran que el futuro de sus hijos les pertenecía y que podían disponer de él sin importar la decisión de sus hijos. Por esto y mucho más creo que hay que leer este libro con calma, porque se habla de muchos temas, demasiados que me dejo en el tintero, y una lectura pausada ayuda a disfrutarlos más, de eso no hay duda. 

¿Me ha gustado el libro? En general sí, especialmente a partir de la mitad, cuando la historia se ha ido agilizando. Me sigue gustando la forma de escribir de la autora, y es digna de elogio toda la labor de documentación que seguro ha manejado para crear esta historia, aunque personalmente creo que le habría salido más redonda con unas cuantas páginas menos, y que si los capítulos en los que se desarrolla la trama hubieran sido más cortos la historia avanzaría mucho más rápido. Con todo y con eso sigo recomendando su lectura, se nota que la autora disfruta con lo que escribe y espero que pueda pulir estos "problemillas" que personalmente he encontrado en futuros libros.

Agradecer a la editorial y a #SoyYincanera el envío del ejemplar.

Para terminar, me quedo con esta definición de hogar: 

"El hogar es un espacio simbólico con coordenadas geográficas y físicas. Es ese rincón al que siempre volvemos, en el que almacenamos recuerdos de las diferentes etapas que hemos vivido. Es donde habitan nuestros logros y nuestros fantasmas. Es donde nos reunimos con quienes amamos, donde censuramos a los que detestamos. Es, probablemente, el único lugar en el que somos nosotros mismos; cuatro paredes que conocen lo mejor y lo peor de nuestra alma corrupta".

¡Nos leemos! 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

EL SEGUNDO JINETE. Alex Beer.

Retomamos las reseñas en el blog, gracias a la iniciativa #MasaCrítica de Babelio. Gracias a la iniciativa y a la editorial hemos conocido un nuevo personaje al que seguro podremos seguir en nuevas entregas, un inspector que se mueve en la Viena de entreguerras. 

Sin más, vamos con los datos técnicos del libro:


Título: El segundo jinete
Título original: Der zweite Reiter
Autora: Alex Beer
Traductor: Marc Jiménez Buzzi
Editorial: Maeva Ediciones
Encuadernación: Rústica con solapas
©️ Alex Beer, 2017
©️2017, Limes Verlag, una división de Verlagsgruppe Random House, GmbH, Múnich, Alemania
Idioma original: alemán
ISBN: 978-84-17708-88-7
Publicado en España en 2020.
336 páginas.
P.V.P.: 20´90 €
Galardones: Premio Leo Perutz de los libreros



Sinopsis (de la editorial)

Viena, poco después de la Primera Guerra Mundial. El esplendor de la ciudad imperial es cosa del pasado, Viena se hunde en el hambre y la miseria. El inspector August Emmerich, que participó en la guerra y oculta las secuelas de una herida en la pierna, descubre el cuerpo de un mendigo que presuntamente se ha suicidado. Como investigador experimentado, no confía en las apariencias, pero no tiene pruebas que demuestren su teoría de que se trata de un asesinato y su superior archiva el caso. 
Emmerich y su asistente, Ferdinand Winter, deciden llevar a cabo su propia investigación, y así comienza una persecución apasionante y llena de peligros por las calles de la sombría Viena de posguerra, repleta de seres marginados, criminales y ciudadanos que luchan por sobrevivir.

Datos sobre la autora

Alex Beer es el seudónimo de la escritora Daniela Larcher, nacida en Bregenz, Austria, el 8 de abril de 1977.
Estudió Arqueología y vive en Viena. El segundo jinete, su primera novela protagonizada por el agente de policía August Emmerich, ha sido aclamada por la prensa y los lectores y ha recibido el Premio Leo Perutz de los libreros austríacos. Este galardón se otorga a la mejor novela negra en lengua alemana que tenga Viena como escenario.



Impresiones sobre el libro

Es mucho lo que se está publicando de novela negra en España y otros países, y es difícil estar al día con las novedades, básicamente por falta de tiempo y en ocasiones de recursos económicos. Se agradece conocer a nuevos autores (nuevos desde nuestro punto de vista, claro está) y nuevos personajes, que sin duda darán lugar a nuevas series que querremos seguir leyendo si la primera entrega nos ha atrapado. Y creo que esto es lo que pasa con la lectura de El segundo jinete, un libro ameno, fácil de leer, que nos acerca a la ciudad de Viena alejada del esplendor de años anteriores, tras haber sufrido los mazazos de la Primera Guerra Mundial. Alex Beer nos traslada a una ciudad derrotada, con gran parte de sus habitantes vencidos por el hambre y la miseria. El escenario en que la autora desarrolla la trama no tiene nada que ver con el esplendor de la Viena imperial. La acción se desarrolla en noviembre de 1919, un año después de finalizada la guerra, y los efectos de la misma se perciben a lo largo de la historia. Si el protagonista principal de la trama es el agente August Emmerich, ejemplo él mismo de las secuelas de la guerra, no hay duda de que la ciudad de Viena comparte protagonismo con él como un personaje más, yo diría que también como protagonista principal. Paseando por las calles de Viena vamos a encontrar personajes que acarrean sus penurias tratando de sobrevivir, veteranos de combate que arrastran heridas mal curadas, víctimas de neurosis de guerra que siguen reproduciendo en sus cabezas los acontecimientos a los que tuvieron que enfrentarse en la contienda, y asesinatos, ingredientes estos últimos importantes en toda novela negra, y aquí los encontramos, ya desde las primeras páginas.

Si algo vamos a encontrar en esta novela es un reflejo de cómo debía ser la vida en una ciudad mermada por la guerra, tanto a nivel de sus habitantes como de sus principales edificios. No es un panorama ideal el que refleja la trama, y creo que desde ese punto de vista la autora ha acertado con el dibujo que ha hecho de la ciudad, y es creíble la historia que en ella ha fraguado. Nos acercamos a los asilos para vagabundos, faltos de plazas para responder a la elevada demanda; la miseria queda reflejada en las calles de Viena, donde muchos se ven obligados a mendigar para comer, algunas mujeres tratan de adivinar el futuro a cambio de unas monedas, o venden su compañía buscando dinero para conseguir una vida mejor lejos de la miseria de la ciudad. Se habla de las agencias de inmigración que surgen como respuesta a las necesidades de los habitantes de buscar otra vida lejos de la indigencia. Pululan agencias que venden, algunas de forma fraudulenta, un sueño de vivir los últimos años en lugares más cálidos, en paraísos en otros continentes, siempre lejos del sufrimiento, y con esa idea en la mente algunos acaban estafados. Estos episodios quedan bien retratados en la trama, al igual que el contrabando, propiciado por la escasez de comida, medicamentos y carbón para calentarse. Al frente de estos contrabandistas, Veit Kolja, un personaje de cierta entidad en la historia. Kolja, viejo conocido de Emmerich, es el jefe de una banda de contrabandistas que sacaba provecho de las necesidades de la gente, traficando con ropa, comida y medicamentos que escaseaban y que cambiaba por oro, joyas y objetos de valor. El seguimiento de Kolja se había convertido en los últimos meses en la misión principal de la que estaba encargado Emmerich por parte de sus superiores. Querían atraparlo y descubrir dónde guardaba las mercancías, pero hasta un personaje que se aprovecha de las necesidades ajenas va a resultar vital en la trama que El segundo jinete nos presenta. Gracias a sus andanzas vamos a pasear por la Viena más recóndita, por las entrañas de la ciudad, y nunca mejor dicho.

August Emmerich arrastra una herida de guerra en su pierna, con terribles dolores, y en una época de escasez de medicamentos y comida, la alianza con personajes no del todo recomendables hará que se mitiguen sus males. Es curioso descubrir en el libro la utilización de píldoras de heroína para escapar del sufrimiento, conseguidas de modo irregular en tiempos de escasez de medicina. La conexión entre Kolja y Emmerich se remonta a los tiempos en que ambos compartieron plaza en un orfanato, y aunque están en bandos opuestos, se respetan. 

La aparición del cadáver de un vagabundo que a ojos de la jerarquía policial se ha suicidado ponen a Emmerich tras la pista de una serie de muertes que parecen tener relación entre sí. En las primeras páginas del libro ya descubrimos un asesinato, la autora ha sabido atrapar al lector, y la investigación que Emmerich va a llevar a cabo por su cuenta, ayudado por Ferdinand Winter, su asistente, y todo ello al margen de sus superiores, conformarán la historia.

La autora ha sabido elegir dos personajes que se complementan perfectamente entre sí para llevar a cabo la investigación y soportar el peso de la trama. Por un lado el inspector August Emmerich, investigador experimentado que sufre las secuelas físicas de haber combatido en la guerra pero que no quiere aparecer como alguien débil frente a sus superiores y subordinados, por temor a ser incapacitado en su trabajo. Experto en su oficio, desde el primer momento duda de que sea suicidio la causa de la muerte de Dietrich Jost, un antiguo trabajador del zoológico que arrastraba las secuelas de su paso por el frente. Emmerich es el reflejo claro de la situación por la que pasaba la ciudad de Viena. Es un hombre que trata de sobrevivir, luchando día a día por conseguir medicamentos y comida. Aunque pueda parecer solitario, encuentra un poco de cariño compartiendo casa con Luise, con un marido desaparecido en la guerra, y sus hijos, aunque siempre dentro de la estricta pobreza que parece ser la nota dominante en el presente de la ciudad. Sin casa ni familia propia, el inspector se centra en su trabajo para soportar el día a día, y eso le llevará a enfrentarse a peligros que harán mucho más amena la historia. Aunque acostumbrado a trabajar solo, deberá confiar en su joven asistente, Ferdinand Winter, miembro de una familia acomodada venida a menos que al menos no pasa por las estrecheces económicas que sufre el inspector y que acabará colaborando con él a pesar de sus métodos y actuación al margen de sus superiores, porque respeta el trabajo de Emmerich dentro del cuerpo.

Estamos ante una novela fresca, fácil de leer, que plantea la intriga desde las primeras páginas y que refleja muy bien cómo pudo ser el escenario desarrollado en Viena tras la finalización de la llamada gran guerra. A pesar de que la figura del investigador protagonista da seguro para más historias, la trama en la que hoy nos ocupa se cierra (espero que la editorial se anime publicando más traducciones de este personaje). Los capítulos cortos y la abundancia de diálogo ayudan a que la novela se devore. Y por si fuera poco, el carácter apocalíptico, que se refleja en el título, y las supersticiones que llenan toda la novela ayudan a crear un clima tenso que anima a seguir leyendo. Por mi parte, puedo decir que ha sido todo un placer acercarme a esta historia y no me importará seguir leyendo nuevos aventuras si siguen publicándose aquí en España. 

«Hacer cola en cualquier parte se había convertido en una actividad de lo más normal en Viena. Miles de personas esperaban regularmente frente a tiendas y oficinas, con la esperanza de hacerse con alimentos, ropa, combustible o trabajo en el caso de la agencia laboral».

«Toda la ciudad conocía el edificio que no hacía mucho un periodista del Arbeiter Zeitung había llamado cárcel de familias. Allí, en doscientas viviendas diminutas de una sola habitación en la que casi nunca entraba la luz del sol, vivían más de mil personas. Sus moradores solo conocían de oídas la electricidad, y se contaba que en todo el edificio había un solo grifo comunitario. Nadie vivía allí por gusto, y todos se iban a la primera oportunidad. Ese flujo constante de entradas y salidas había dado al edificio el nombre de la Colmena».

«El emperador se había exiliado, los países de la corona se habían separado y Austria ya no era más que un resto deplorable que apenas si estaba en condiciones de vivir. Exactamente igual que sus habitantes. Había carencia de todo: de comida, de carbón, de jabón, de ropa. Las personas pasaban hambre, se helaban de frío y apestaban. Andaban a palos por un trozo de carne de caballo podrida o unas cuantas patatas mohosas, y tenían que compartir sus camas con las pulgas. La falta de trabajo y de medicamentos propagaba los crímenes y las enfermedades».

Lectura recomendable, sin duda, una novela fresca, fácil de leer, que gustará a aquellos que disfruten con la novela negra, y también a aquellos a los que guste el período histórico en el que está ambientada. Personalmente, he quedado con ganas de más, así que seguiré la pista de este inspector y las nuevas publicaciones que puedan llegarnos. 

Gracias a Babelio y a la editorial Maeva por el ejemplar.

¡Nos leemos!