Nueva reseña para la #YincanaCriminal2017, esta vez de la mano de una conocida periodista de televisión, que ha escrito un libro que ha resultado ser una auténtica revelación.
Datos del libro
Título: No soy un monstruo
Autora: Carme Chaparro
Editorial: Espasa Libros S.L.U.
Formato: Tapa dura con sobrecubierta
Premio Primavera de Novela 2017
ISBN: 978-84-670-4896-4
336 páginas
PVP: 19'90€
Datos del libro
Título: No soy un monstruo
Autora: Carme Chaparro
Editorial: Espasa Libros S.L.U.
Formato: Tapa dura con sobrecubierta
Premio Primavera de Novela 2017
ISBN: 978-84-670-4896-4
336 páginas
PVP: 19'90€
Sinopsis (trasera del libro):
Si hay algo peor que una pesadilla es que esa pesadilla se repita. Y entre nuestros peores sueños, los de todos, pocos producen más angustia que un niño desaparezca sin dejar rastro.
Eso es precisamente lo que ocurre al principio de esta novela: en un centro comercial , en medio del bullicio de una tarde de compras, un depredador acecha, eligiendo la presa que está a punto de arrebatar. Esas pocas líneas, esos minutos de espera, serán los últimos instantes de paz para los protagonistas de una historia a la que los calificativos comunes, "trepidante", "imposible de soltar", "sorprendente", le quedan cortos, muy cortos.
Porque lo que hace Carme Chaparro en No soy un monstruo, su primera novela, es llevar al límite a sus personajes y a sus lectores. Y ni ellos ni nosotros saldremos indemnes de esta prueba. Compruébenlo.
Datos sobre la autora (tomados del propio libro):
Carme Chaparro (Barcelona, 1973) es periodista, con una amplia y consolidada carrera como presentadora y editora en informativos de televisión. Desde hace veinte años está al frente de las principales ediciones informativas del grupo Mediaset, en Informativos Telecinco y Noticias Cuatro, espacios para los que ha cubierto los acontecimientos nacionales e internacionales más destacados de las últimas dos décadas.
Su pasión por la lectura se ha traducido en pasión por escribir. Carme ha compaginado su trabajo en televisión con colaboraciones como columnista para las revistas Yo Dona, en la que tiene un espacio semanal, GQ y Mujer Hoy. Actualmente también escribe su propio blog en Yahoo.
No soy un monstruo es su primera novela, y con ella ha conseguido el Premio Primavera de Novela 2017.
Impresiones sobre el libro
Conozco a Carme Chaparro como creo que nos pasa a muchos, en su faceta de periodista y presentadora de los telediarios en televisión, y debo reconocer que el hecho de que haya sido galardonada con el Premio Primavera de Novela 2017 con su primera obra me dejó dudando, porque bien es sabido que muchos libros de los que se publican en este país muchas veces tienen un alto índice de ventas no tanto por la calidad de lo escrito, sino por la popularidad del que firma como autor del libro. Empecé a oír hablar de "No soy un monstruo" a raíz de ser galardonado con el premio, sin que supiera muy bien de qué trataba la historia y en qué género se enmarcaba. Pronto se empezaron a leer y oír buenas críticas de la historia y reconozco que dejé atrás mis prejuicios; al fin y al cabo, la autora es periodista y está acostumbrada a manejar el lenguaje. Cuando supe que la novela ganadora del premio era un thriller, se acabaron todas mis dudas y me entraron unas tremendas ganas de leerla, algo que conseguí gracias a uno de los sorteos que se llevó a cabo entre los participantes de la #YincanaCriminal2017, y debo decir que ha sido todo un acierto leerla.
La historia empieza con dos páginas inquietantes. Alguien, no sabemos quién, acecha a un niño pequeño, aunque no sabemos con qué intenciones. Desconocemos la identidad del observador, pero en pocas líneas acertamos a comprender que no tiene buenas intenciones:
La pérdida de los hijos es una constante a lo largo de la historia. A la narración de esta madre que pierde a uno de sus hijos sin poder hacer nada para salvarlo ante una catástrofe natural, se le unen los datos que en la historia se dan de la desaparición de Nicolás, un niño de unos cuatro años, en un centro comercial. Lo fuerte de la historia es que dos años después desaparece otro niño de la misma edad y de apariencia similar en el mismo centro comercial. La desaparición de Kike, que así se llama el niño, mientras su madre contestaba un wasap a su ex marido, pone de nuevo en alerta al grupo de la policía que lidera Ana Arén, y de nuevo pone a Inés Grau al frente del seguimiento de la noticia. Todos temen que Slenderman haya vuelto a actuar, aunque sigue la duda de qué ha hecho con Nicolás, el niño secuestrado don años atrás.
La investigación de la desaparición de Kike resulta crucial, y pronto las pesquisas apuntan como responsable al padre del niño, siguiendo la premisa de que en muchos de los casos de separación entre padres, la desaparición de hijos es responsabilidad de uno de los progenitores. La desaparición de dos niños pequeños en un corto espacio de tiempo sin que pueda detenerse a ningún culpable y sin que se tengan pistas del supuesto autor de los secuestros, traerá consecuencias para los responsables de la investigación, que deberán dedicar todos sus esfuerzos a resolver el caso, para lo que Ana Arén y su compañero y amigo Javier Nori, subinspector del SAF, pedirán la ayuda de un hacker amigo suyo, Joan Arderiu, que intentará adaptar un programa que detecta enfermedades neuronales a la búsqueda de posibles pederastas, y todo ello según la forma en que pulsen el teclado del ordenador.
El lector va a ser consciente de cómo evoluciona la investigación, porque va a contar con los puntos de vista de todos los que participan en ella, policía, de la mano de la propia Ana, y de los medios de comunicación, y de los pensamientos que pasan por la cabeza de Inés Grau, que va a narrar en primera persona todo lo que acontece; sabremos de su vida personal, de su amistad con algunos de los miembros de la policía encargados de investigar el caso, lo que piensa de su jefe y de su editor, la relación que mantiene con su ex pareja, padre de su único hijo, Pablo, un niño de cuatro años también, que está al cuidado de un au pair extranjero, Sam, que vive con ellos.
La autora ha querido rizar el rizo en la trama, y así a las desapariciones de Nicolás y Kike se une la del propio Pablo, el hijo de Inés, en el mismo centro comercial donde desaparecieron los otros dos niños. A pesar de que como lectores vamos teniendo todas las pistas de lo que pasa y los distintos puntos de vista que se siguen en la investigación, así como la forma de pensar de unos y otros, la trama nos depara mucha intriga y un giro final que realmente no te esperas.
La autora sabe jugar con el lector, porque la trama irá girando a medida que avanza la historia, Nos hace dudar de quién o quiénes pueden ser los responsables de las desapariciones, alternando unos sospechosos con otros, tanto en el ámbito de la familia como de las amistades, investigando casos de pederastia en internet buscando al posible o posibles secuestradores, y haciendo sobre todo hincapié en el dolor, y la forma en que es tratado en el libro, desde el dolor de la madre que debe decidir qué hijo sacrificar para salvar al resto, el de unos padres que llevan dos años llorando la desaparición de su hijo sin saber si aún sigue vivo, y el de una madre que ha visto cómo su hijo ha desaparecido de su vera en un momento de descuido, con el consiguiente sentimiento de culpabilidad que eso supone.
Lo que queda patente para ser una primera novela es que la autora ha sabido dar con un tema que mantiene la intriga a lo largo de toda la trama, y que gracias a un lenguaje claro y de fácil lectura el paso de las hojas se sucede con avidez, y en poco tiempo acabas devorando el libro, porque lo que tienes claro a medida que avanzas en la lectura es que quieres saber qué les ha pasado a estos tres niños y principalmente quién es el responsable de sus desapariciones. Aunque creamos que somos capaces de contestar estas preguntas a medida que avanzamos en la lectura, la autora nos espera con un giro final e inesperado, al menos para mí, que nos dejará noqueados, pero que cierra muy bien la historia y queda muy bien argumentado. Sin duda ha sido toda una sorpresa acercarme a la lectura de este libro, que personalmente he disfrutado, y tengo claro que si la autora repite en esta experiencia literaria, voy a intentar seguir sus pasos, y si se anima a continuar y sigue publicando thrillers, creo que ya me tiene ganada. Creo que se nota con estas palabras que he disfrutado el libro.
Para terminar, una reflexión sobre el dolor, muy presente en el libro, de la mano del personaje de Inés Grau:
Esta reseña participa en la #YincanaCriminal2017 en la categoría "La novela ha ganado algún premio".
La historia empieza con dos páginas inquietantes. Alguien, no sabemos quién, acecha a un niño pequeño, aunque no sabemos con qué intenciones. Desconocemos la identidad del observador, pero en pocas líneas acertamos a comprender que no tiene buenas intenciones:
"Ahí hay otro. ¿Qué dice su ropa? Las zapatillas que lleva, por ejemplo, eso da muchas pistas. No es muy alto, la verdad, tendrá cuatro años. Y acaba de soltar la mano de su madre. ¿Qué ha visto? ¿Qué le ha llamado la atención?
Quizá sirva. Quizá.
Puede que hoy haya suerte.
Solo de pensarlo, las glándulas salivales se excitan.
Y, a la vez, el cuerpo se muere de miedo.
Mirándolo de nuevo se produce el flechazo.
Ese niño será la salvación.
Empieza el juego.
Y esta vez, de verdad.
Es el punto de no retorno." (Pág. 12)Para narrar la historia, la autora va alternando entre capítulos que tienen como protagonistas a los personajes principales de la narración, la policía Ana Arén, y la periodista Inés Grau. Conoceremos aspectos importantes de la vida de ambas, en el caso de Inés relatados por ella misma. Un caso policíaco ocurrido dos años atrás las unió como amigas; en el caso de Ana era la encargada de la investigación de la desaparición de Nicolás e Inés Grau era la periodista estrella que siguió el caso, del que todavía no había pistas pese al tiempo transcurrido. La prensa bautizó al secuestrador del pequeño niño como Slenderman (El hombre delgado, en alemán). La desaparición dio lugar a muchas horas de seguimiento por parte de la prensa; el interés por la desaparición de un niño mueve las conciencias de todos, y al dolor de la familia que no sabe si su hijo sigue vivo o ha muerto se une la especulación periodística y la investigación policial, que no da el caso por cerrado. Ana Arén, inspectora jefe al mando del grupo de menores del Servicio de Atención a la Familia, SAF, de Madrid, responsable de la investigación de la desaparición de Nicolás, tiene clavado ese fracaso por no haber podido devolver el hijo a sus padres. Inés Grau, la periodista estrella que se ocupó del caso sigue al pie del cañón y aprovecha su amistad con Ana para estar al día de los avances en la investigación, que sigue en puerto muerto. Inés Grau aprovecha su popularidad en televisión para escribir un libro y convertirse en una autora de éxito; su editor, que había pactado con ella que escribiera dos libros, intenta por todos los medios que la periodista recupere su vena imaginativa. La asistencia a una reunión donde la gente expone sus problemas a la que Inés acude de incógnito, pone al lector los pelos de punta ante la narración de una madre que ante una riada inesperada se vio obligada a decidir cuál de sus hijos debía ser "sacrificado" para intentar salvar la vida de sus hermanos.
La pérdida de los hijos es una constante a lo largo de la historia. A la narración de esta madre que pierde a uno de sus hijos sin poder hacer nada para salvarlo ante una catástrofe natural, se le unen los datos que en la historia se dan de la desaparición de Nicolás, un niño de unos cuatro años, en un centro comercial. Lo fuerte de la historia es que dos años después desaparece otro niño de la misma edad y de apariencia similar en el mismo centro comercial. La desaparición de Kike, que así se llama el niño, mientras su madre contestaba un wasap a su ex marido, pone de nuevo en alerta al grupo de la policía que lidera Ana Arén, y de nuevo pone a Inés Grau al frente del seguimiento de la noticia. Todos temen que Slenderman haya vuelto a actuar, aunque sigue la duda de qué ha hecho con Nicolás, el niño secuestrado don años atrás.
La investigación de la desaparición de Kike resulta crucial, y pronto las pesquisas apuntan como responsable al padre del niño, siguiendo la premisa de que en muchos de los casos de separación entre padres, la desaparición de hijos es responsabilidad de uno de los progenitores. La desaparición de dos niños pequeños en un corto espacio de tiempo sin que pueda detenerse a ningún culpable y sin que se tengan pistas del supuesto autor de los secuestros, traerá consecuencias para los responsables de la investigación, que deberán dedicar todos sus esfuerzos a resolver el caso, para lo que Ana Arén y su compañero y amigo Javier Nori, subinspector del SAF, pedirán la ayuda de un hacker amigo suyo, Joan Arderiu, que intentará adaptar un programa que detecta enfermedades neuronales a la búsqueda de posibles pederastas, y todo ello según la forma en que pulsen el teclado del ordenador.
El lector va a ser consciente de cómo evoluciona la investigación, porque va a contar con los puntos de vista de todos los que participan en ella, policía, de la mano de la propia Ana, y de los medios de comunicación, y de los pensamientos que pasan por la cabeza de Inés Grau, que va a narrar en primera persona todo lo que acontece; sabremos de su vida personal, de su amistad con algunos de los miembros de la policía encargados de investigar el caso, lo que piensa de su jefe y de su editor, la relación que mantiene con su ex pareja, padre de su único hijo, Pablo, un niño de cuatro años también, que está al cuidado de un au pair extranjero, Sam, que vive con ellos.
La autora ha querido rizar el rizo en la trama, y así a las desapariciones de Nicolás y Kike se une la del propio Pablo, el hijo de Inés, en el mismo centro comercial donde desaparecieron los otros dos niños. A pesar de que como lectores vamos teniendo todas las pistas de lo que pasa y los distintos puntos de vista que se siguen en la investigación, así como la forma de pensar de unos y otros, la trama nos depara mucha intriga y un giro final que realmente no te esperas.
La autora sabe jugar con el lector, porque la trama irá girando a medida que avanza la historia, Nos hace dudar de quién o quiénes pueden ser los responsables de las desapariciones, alternando unos sospechosos con otros, tanto en el ámbito de la familia como de las amistades, investigando casos de pederastia en internet buscando al posible o posibles secuestradores, y haciendo sobre todo hincapié en el dolor, y la forma en que es tratado en el libro, desde el dolor de la madre que debe decidir qué hijo sacrificar para salvar al resto, el de unos padres que llevan dos años llorando la desaparición de su hijo sin saber si aún sigue vivo, y el de una madre que ha visto cómo su hijo ha desaparecido de su vera en un momento de descuido, con el consiguiente sentimiento de culpabilidad que eso supone.
Lo que queda patente para ser una primera novela es que la autora ha sabido dar con un tema que mantiene la intriga a lo largo de toda la trama, y que gracias a un lenguaje claro y de fácil lectura el paso de las hojas se sucede con avidez, y en poco tiempo acabas devorando el libro, porque lo que tienes claro a medida que avanzas en la lectura es que quieres saber qué les ha pasado a estos tres niños y principalmente quién es el responsable de sus desapariciones. Aunque creamos que somos capaces de contestar estas preguntas a medida que avanzamos en la lectura, la autora nos espera con un giro final e inesperado, al menos para mí, que nos dejará noqueados, pero que cierra muy bien la historia y queda muy bien argumentado. Sin duda ha sido toda una sorpresa acercarme a la lectura de este libro, que personalmente he disfrutado, y tengo claro que si la autora repite en esta experiencia literaria, voy a intentar seguir sus pasos, y si se anima a continuar y sigue publicando thrillers, creo que ya me tiene ganada. Creo que se nota con estas palabras que he disfrutado el libro.
Para terminar, una reflexión sobre el dolor, muy presente en el libro, de la mano del personaje de Inés Grau:
"¿El dolor de los demás nos ayuda a curarnos? Se me cruzó por la cabeza que este tipo era más gilipollas de lo que parecía, pero tenía razón. Quizá era cierto. Quizá las desgracias ajenas nos hacen pensar que nuestra vida de mierda no es tan mala. Además, la piedad siempre conjuga bien con la soberbia." (Pág. 25)
Esta reseña participa en la #YincanaCriminal2017 en la categoría "La novela ha ganado algún premio".
Me gusta lo que cuentas, no me importaría leerlo.
ResponderEliminarBesos
La verdad es que sé que me gustaría si lo leyera, y compartiría vuestras buenas sensaciones. Pero por el momento, como no me da tiempo a todo, lo he ido descartando en favor de otras lecturas. Eso sí, si se me cruza en el camino, lo leería con gusto.
ResponderEliminarBesos.
Aún con ciertos peros que he leído es una novela que le tengo puesto el ojo.
ResponderEliminarMuy buenas reseñas estoy leyendo de este libro. Con ganitas me estáis dejando de leerlo.
ResponderEliminarBesotes!!!