lunes, 29 de diciembre de 2014

Tituladlo como queráis. Lauro Olmo.

Nueva reseña de un libro de relatos.

Autor: Lauro Olmo
Título: Tituladlo como queráis
© Lauro Olmo
© Ediciones Libertarias, S. L.
ISBN: 84-7683-254-0
Octubre 1993.
Formato: Rústica con solapas.
96 páginas


Sinopsis: Los títulos agrupados en este libro pertenecen a distintos momentos de la trayectoria de Lauro Olmo. Unos se editaron en libros, antologías, revistas y suplementos literarios; otros son inéditos. Con un estilo peculiar, se decidió recopilarlos en este libro. Hay un fondo común que unifica los títulos, que quizá proceda de esa ventana abierta sobre la ciudad que aparece en la portada y a través de la cual el escritor observa y medita, aunque a veces sale a la calle y se convierte en un co-protagonista en el río convencional en que todos vamos inmersos.


Sobre el autor
Lauro Olmo (1921-1994) nació en Barco de Valdeorras (Orense), aunque residió desde muy joven en Madrid, donde desarrolló una fecunda labor de creación literaria. Como prosista algunos de sus títulos son "Golfos de bien", "La peseta del hermano mayor" y "El gran sapo" entre otros. Como autor teatral tuvo un gran prestigio, destacando entre sus obras "La camisa", "La pechuga de la sardina", "El cuarto poder"... Algunos de sus títulos teatrales fueron traducidos, estrenados y adaptados, tanto a la radio como a la televisión, nacional e internacional. Él mismo realizó adaptaciones de autores como Brecht, Anouilh, Chejov y Arniches.
Tuvo varios premios: Leopoldo Alas por su libro "Doce cuentos y uno más", Valle Inclán, Larra, Nacional de Teatro y Álvarez Quintero, de la Real Academia Española, por su obra teatral "La camisa". Estuvo casado con la escritora teatral Pilar Enciso, fallecida en 2008.

Impresiones sobre el libro

Varios son los relatos que componen esta antología: 
La ventanilla, La Maimónides, Perito en gambas, El instructor, El túnel, El segundo terrón, Don Poco, Tituladlo como queráis, Catalina, La peseta del hermano mayor, Tinajilla, Sabañón, Cabrito, Berto (estos cuatro últimos de "Golfos de bien") y Los niños y los pájaros del Barrio-Pozas.

De nuevo afronto la reseña de un libro de relatos. Debo reconocer que no sabía nada de este autor y que encontré este libro por casualidad, rebuscando en las estanterías de una de las bibliotecas que frecuento entre autores cuyo apellido empezara por O. El libro ha resultado una grata sorpresa, aunque eso sí, tienen que gustarte los relatos, porque en un libro que no llega a las cien páginas han acumulado quince relatos, la mayoría de cinco páginas de extensión. Me ha gustado la forma de narrar de este autor, aunque lo haya descubierto tarde, y me han quedado ganas de acercarme a su obra, así que indagaré por ahí buscando algo de lo mucho que pareció publicar antes de morir, quizá algo de su teatro. Si para algo me ha valido el apuntarme a retos es para descubrir autores y obras que en otras circunstancias casi con seguridad hubiera dejado de lado.

El libro presentado es una recopilación de relatos, que si por algo me han gustado es porque dejan ese punto final de sorpresa que no siempre esperas y que te deja un buen sabor. Editado en 1993, los relatos están escritos como pertenecientes a otra época, en concreto a la posguerra, y eso es lo que más me ha llamado; algunos relatos retrotraen nuestra imaginación a tiempos difíciles vividos en España, cuando la gente pasaba hambre y con una peseta podían hacerse milagros. Muchos de estos escritos están protagonizados por chavales, e incluso tienen continuidad entre ellos. "La peseta del hermano mayor" tiene como protagonista a un niño que enferma y a su hermano, que hace todo lo posible por conseguir un objeto (no sabemos bien qué) que vieron en el escaparate de una tienda y que el enfermo deseaba con todas sus fuerzas, y que se convertirá en símbolo de su recuperación. Los cuatro relatos siguientes, agrupados bajo el epígrafe "Golfos de bien" presentan en un total de veintidós páginas escritas las vidas de Tinajilla, Sabañón, Cabrito y Berto, contadas por un narrador que convivió con ellos y que los rememora al cabo del tiempo.

   "Cuando Don Ramón entraba, todos nos levantábamos y decíamos:
   -¡Buenos días, don Ramón!
   Aquello era la jaula. A ninguno de los de la panda nos divertía. Por eso, casi siempre hacíamos novillos.
   De lo que os voy a contar tuvo la culpa Sabañón. Aquel día solamente él y yo nos enjaulamos. Los demás desaparecieron al grito de: ¡marica el último!
  Y no es que Sabañón y yo fuésemos maricas, es que él tenía que presentarle al maestro un hermanito suyo, y yo... Bueno, yo tenía que contaros esto."

Tinajilla era el hermano de Sabañón. Lo llamaban así porque su madre de pequeño lo dejaba en un rincón del patio si tenía que salir dentro de una tinaja, y allí el niño hacía sus necesidades si no podía aguantar; estuvo así hasta que la tinaja se rompió. Con seis años, llegado el turno de ir al colegio, acostumbrado al mote, no sabía ni decirle su nombre al profesor.

Tampoco estará dispuesto el narrador a que nadie olvide la historia de Sabañón, un chico de mucha sensibilidad que velaba por su hermano. En el relato asistimos a los juegos en la calle entre camaradas que no temen a los peligros propios del progreso, chavales dando patadas a un balón, pelotas que acaban pinchadas y vidas que quedan entre las ruedas de los coches. Pero no todo van a ser desgracias entre las anécdotas de este grupo de amigos, conectados entre sí por los recuerdos de un narrador que rememora una anécdota de Cabrito, que acaba empotrándose contra una tienda con una bicicleta, adelantando el parto de una mujer. 
"Berto no era un chulo. Lo que pasa es que en los barrios se le da al asunto un poco de sal chulesca, sal que se mama en la cuna, que es un trocito de calle donde juega el niño."
Telesforo, un chico bizco de otro barrio que estaba pendiente a la conversación que Berto mantenía con sus amigos recibió una bofetada de éste por un malentendido, lo que traería como consecuencia una lucha a pedradas entre grupos de barrios rivales, con sus defensas y maniobras de ataque, y con una lista de bajas al final de la historia que acaba teniendo su gracia.

En estos relatos el autor parece revivir su infancia, o al menos se pone en la piel de cómo sería para aquellos que la vivieron en ese época antes de ser adultos.

En "Los niños y los pájaros del Barrio-Pozas", la historia que cierra el libro, se rememora un desahucio que pudo presenciar el propio narrador, incluso fue protagonista del mismo, el de "los últimos de Pozas". Son casos que hay que vivir aunque ocupen páginas de periódicos, porque en ocasiones su importancia se difumina con noticias sensacionales o escándalos políticos y financieros. (Cuando lees este texto te das cuenta de que la realidad no ha cambiado demasiado en los últimos años, y que las malas noticias se siguen repitiendo así pase el tiempo). El 16 de mayo de 1970 se procedía a desalojar a cuatrocientas familias, la mayoría humildes, que convivían en el triángulo comprendido entre las calles de la Princesa, Alberto Aguilera y Serrano Jover. Para homenajear a todos ellos el narrador cita tres o cuatro anécdotas llenas de humanidad, como el de dos hermanos que ante el incendio de su casa no dudan en salvar sus pájaros, una niña de tres años que se enfrentó a las fuerzas del orden que llegaron a su casa llamándoles "malos", y una mujer mayor que todos los días alimentaba a los pájaros que se colaban en su casa y que temía que pensaran que se había muerto si no la veían. Estamos ante un relato contra la especulación y a favor de la lucha de un barrio por conservar lo que consideraban suyo; gente humilde unida que no teme enfrentarse a fuerzas superiores por preservar sus propiedades aunque sepan de antemano que todo está perdido.



En estos relatos hay crítica social, finales inesperados, historias centradas en otra época que tienen como protagonistas a personas humildes y que están narradas desde el punto de vista de un observador que en ocasiones es partícipe de la trama. A pesar de ser relatos cortos abundan los diálogos que ayudan a centrar la narración. El autor, como observador o protagonista, y con un vocabulario cercano, consigue que nos metamos en las historias y disfrutemos con las andanzas de los que por allí se presentan. Lectura rápida y ágil, recomendada para los lectores de relatos y el público en general, porque nos acerca a otro tiempo vivido, y nos deja con ganas de sobrevivir (aunque sea en el recuerdo) a esas penurias.

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