Nueva reseña en el blog, esta vez de la mano de una escritora a la que no tenía el placer de conocer y que me ha dejado una buenísima sensación, pero más adelante intentaré explicar el porqué.
Título: Mujeres errantes
Autora: Pilar Sánchez Vicente
Editorial: Roca Editorial de Libros, S.L.
Formato: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-17092-39-9
368 páginas
PVP.: 17'90€
Sinopsis (tomada del propio libro):
Tres mujeres unidas por un hilo común: la huida hacia delante. Sin miedo. Sin rumbo. Sin freno.
Greta Meier, famosa escritora suiza afincada en Londres, retorna a su tierra natal en un último intento por detener la deriva de sus días. Sorprendida por la inesperada enfermedad de su progenitora, decide compensar sus prolongadas ausencias y aparcar los reiterados enfrentamientos, permaneciendo a su lado hasta el fatal desenlace.
Sin embargo, sus últimas palabras siembran una duda demoledora, dejando entrever en el último suspiro el gran secreto de la vida de Greta: ¿quién era la mujer muerta, si no es su madre? Con la única compañía de sus cenizas, la autora emprende un viaje al pasado en busca de su propia identidad. Será en la costa norte de España donde atisbará que la vieja rivalidad entre la Tiesa y la Chata, dos pescaderas ambulantes, esconde la clave de su origen, pero las preguntas se acumulan sin respuestas. Y el tiempo se acaba.
Datos sobre la autora
Pilar Sánchez Vicente nació en Gijón en 1961. Historiadora de formación, trabaja como profesional de la información en el Gobierno del Principado de Asturias desde 1986 y como archivera del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Fue guionista y presentadora en TVE y en el Canal Internacional de TVE. Premio 8 de Marzo a la trayectoria profesional, fue presidenta de la Asociación de Escritores de Asturias (AEA). Ha publicado diversas novelas, entre las que destaca La diosa contra Roma (Roca Editorial, 2008). En 2016, la Asociación Cultural L'Arribada le otorgó el Premiu Timón a la mejor escritora asturiana en castellano, en reconocimiento a su trayectoria literaria.
Foto: Ojos de hojalata (tomada del blog de la autora)
Impresiones sobre el libro
Debo reconocer que últimamente me estoy llevando agradables sorpresas con los libros que estamos disfrutando en #SoyYincanera. No conocía para nada el libro que hoy vengo a reseñar, y ni siquiera me sonaba la autora, pese a su periplo como presentadora de televisión. Mis compañeras de Madrid tuvieron la suerte de mantener un almuerzo con ella, que fue retransmitido en directo por un perfil de Facebook, y gracias a eso pude conocer a una mujer que se nota que ha disfrutado contando en su libro las experiencias que se daban en la ciudad que la vio nacer, porque "Mujeres errantes" es ante todo un libro de experiencias, de reconocimiento de la lucha de aquellas mujeres que han tenido que combatir día a día para sobrevivir a las circunstancias que les han tocado vivir, en un ambiente de pobreza, de supervivencia, de pelea con el día a día, en pugna con las desigualdades sociales, las escaseces, el maltrato, los escarceos en el mundo de la droga, la lucha por la supervivencia, en definitiva, buscando un futuro mejor, o simplemente consiguiendo amanecer un nuevo día. Porque si "Mujeres errantes" se caracteriza por algo es por ser un libro de personajes luchadores, y en este elenco destacan sobre todo las mujeres, porque tres serán las protagonistas de la trama, Greta, Eloína y Julia, conocida como La Chata de Cimavilla.
En las primeras páginas encontramos a Greta, una escritora que está pasando por un mal momento, intentando salir de un mundo al que le han llevado los excesos propios de un periplo en el que se ha visto metida por sus malas compañías o por no saber elegir a la pareja perfecta para acompañarla en su experiencia vital, y que decide volver a Zermatt, en Suiza, para intentar retomar la no tan buena relación que mantenía con su madre, Eloína Fernández, o dicho de otro modo, con la que creía su madre, porque al retornar a Suiza encuentra a Eloína en sus últimos momentos de vida, y la revelación de que ella no era su verdadera madre, y tampoco Paul, la pareja de Eloína a la que Greta creía su padre. El descubrimiento de una vieja fotografía en la que aparecen tres mujeres jóvenes (entre ellas Eloína) ante una fábrica de una marca de reconocido prestigio llevan a Greta a investigar sobre el origen de su pasado y en la vida de la que creía hasta ese momento su madre, y así, acompañada de un angelote en el que reposan las cenizas de la mujer que creyó su madre y con la que había mantenido una relación tirante a lo largo de toda su infancia y juventud, inicia un periplo que le llevará desde Zermatt a Gijón, en Asturias, el pueblo de origen de la que suponía su madre y de las otras mujeres que aparecen en la foto. Haciéndose pasar por una escritora contratada por la Nestlé para tratar de investigar la emigración de españoles a tierras suizas y su trabajo en la fábrica, entra en contacto con Julia, conocida como La Chata de Cimavilla, el verdadero puntal de la historia, porque las conversaciones que Greta mantiene con ella ponen de manifiesto todas las dificultades por las que tuvieron que pasar para salir de los problemas de pobreza, inestabilidad, lucha por la supervivencia, de las mujeres criadas en la posguerra. Las palabras de La Chata, una mujer currante, que ha vivido toda su vida en Cimavilla, el barrio pobre de Gijón, dedicada a las labores de venta ambulante de pescado, desde muy niña, que ha tenido que luchar primero para ayudar a sus padres a sacar a la familia adelante, y luego para sacar adelante a la familia que ella misma formó, aunque sin demasiada suerte en su elección. De la mano de las conversaciones que La Chata mantiene con Greta, como lectores vamos asistiendo a un viaje para salir de los problemas que van acuciando a los distintos protagonistas para salir de la pobreza en la que han nacido, y así vemos cómo se vive en el Gijón de la posguerra, donde pese a las dificultades la gente mantenía una idea de unidad, ayudándose los unos a los otros, con la confianza puesta en aquellos que los rodeaban, hasta llegar a un Gijón mucho más cosmopolita, que ha dejado la importancia que el mar, la mar, tenía para los habitantes del pueblo, motor principal de la economía de subsistencia de la zona. Y de esas mismas conversaciones podemos enterarnos de cómo algunas personas (caso de Genara y su hija Eloína) han tratado de huir de un pasado de penurias buscando una vida mejor, en el extranjero, viaje al que se sumó también La Chata, primero en Francia como consecuencia de la guerra civil española y más tarde en Suiza, aunque en el caso de Julia con ganas de volver a sus raíces. En este periplo por Europa se distinguen las personalidades de las emigrantes, por un lado Genara y Eloína, madre e hija, que quieren buscar un futuro mejor y huir de la pobreza en España; por otro lado Greta, que a pesar de que se ha educado en buenos colegios y ha crecido lejos de España siempre será "la española" para aquellos que la rodean en Suiza, y Julia, La Chata, que no duda en acudir en ayuda de los suyos en España cuando es requerida y que no desprecia sus raíces, más bien vive adaptada a lo que estas suponen, siendo la viva imagen del pasado más reciente de Gijón. Debo reconocer que las partes de la novela en las que La Chata relata su historia son las que más me han conmovido, y la hemos acompañado en sus salidas bebiendo culines de sidra o saboreando las viandas de la zona, asistiendo como un personaje más a los acontecimientos por ella narrados. "Mujeres errantes" puede considerarse como una buen acercamiento a un pasado reciente de la ciudad de Gijón, y aunque para mi desgracia no conozca esa parte de España, debo reconocer que leyendo estos pasajes me han entrado unas ganas locas de visitar la zona, y a ello ha sabido contribuir la autora, que tan bien ha plasmado esa realidad algo lejana en su texto, todo ello aderezado con las explicaciones que daba por twitter comentando las frases que íbamos colgando a lo largo de la lectura.
Sin duda La Chata ha sido todo un personaje, que ha dejado huella en los lectores que hemos mantenido esta lectura conjunta, y también lo ha sido Greta, una escritora en horas bajas que ha soportado los problemas de sentirse extranjera en su propio país, de una infancia en la que no se sintió reconocida, que no ha sabido elegir las personas con las que rodearse, y que se ha visto inmersa en algunos excesos que le han costado algunos disgustos en la vida, pero que parece reaccionar en el momento en que decide conocer cosas de su pasado que se le han mantenido ocultas. De la mano de Greta asistimos a sus rabietas de infancia, a su colaboración en la tienda de souvenires que su madre mantenía en la turística ciudad suiza donde vivían, a sus inicios como escritora, al principio de cierto éxito, a sus escarceos amorosos primero con un músico y luego con el que será culpable de sus problemas, Hänsel, un personaje al que no coges ningún afecto a lo largo de la trama, porque como lector sabes que no es de fiar. Greta es un personaje con luces y sombras, y a ello ha contribuido la relación que mantenía desde niña con los que creía sus padres, Eloína y Paul. Eloína se nos presenta como una mujer que reniega de su pasado de pobreza y que quiere lo mejor para su hija, apuntándola para ello en el mejor internado de la zona. Su idilio con Paul le serviría para salir de esa pobreza sobrellevada con la que cargaba desde España, a pesar de ser Paul un hombre casado y con familia. Esa mentira que ocultan a Greta desde su más tierna infancia será el punto de inflexión de una relación familiar desestabilizada,y por supuesto esto traerá consecuencias, de ahí que Greta intente hacerse a sí misma, no siempre por el camino más adecuado. Paul es presentado como un personaje peculiar, que a pesar de querer a su nueva familia no está dispuesto a abandonar a la original.
Los personajes masculinos no son bien tratados en la historia, "Mujeres errantes" es una historia de supervivencia, pero desde el punto de vista femenino, aunque si hay un hombre que se salva en la trama es el padre Guillermo, un cura muy amigo de La Chata que abandona el barrio de Cimavilla para dedicar sus esfuerzos a ayudar a los necesitados de Nicaragua. Las cartas que este cura mantiene con La Chata, a pesar de que esta no sabe ni ha aprendido a leer, a lo largo de los años de su estancia en América, sirven al lector para conocer, gracias al buen hacer de Pilar Sánchez, una realidad totalmente desconocida para muchos en España, y que en ocasiones pone al lector los pelos de punta, como ocurre cuando se refiere en su correspondencia al caso de "las tumbaditas", que sin duda deja la piel de gallina. Aunque en un principio no entiendes muy bien esta parte de la historia desarrollada en otro continente, pronto se entiende el sentido de la misma, ya que las diferentes tramas que enlazan el pasado y el presente de los protagonistas hacen de "Mujeres errantes" una historia redonda altamente recomendable.
Si quieres disfrutar de una historia creíble sobre emigración, lucha para salir de las dificultades, con un toque de ironía y humor, acompañando a los personajes a lo largo de un periplo de varios años entre pasado y presente de los distintos protagonistas, saboreando una prosa muy completa, con la que aprendes alguna que otra palabra del argot asturiano, acercándote a una parte importante de la historia reciente de España, con sus luces y sombras, que trata temas como la supervivencia del día a día en época de posguerra, haciendo frente a enfermedades y escasez, el papel no demasiado bien considerado de la mujer a lo largo de la historia de España, la lucha por salir de un pozo del que es difícil salir, intentando una nueva vida empezando de nuevo en un país extranjero, en algunos casos renunciando a las propias raíces y en ocasiones sin querer olvidarlas del todo, luchando por hacerse un hueco en un mundo al que no te acaban de dejar que pertenezcas, porque no es el tuyo, porque eres "la extranjera", que desgraciadamente sigue viéndose hoy en día en las noticias que nos rodean, la lucha por quererse a uno mismo, por confiar en alguien, algo mucho más fácil por lo que transmite la autora en su libro en un pasado más lejano que en el reciente, el no saber elegir bien a los que te tienen que complementar, la autodestrucción en algún sentido, por el coqueteo con el mundo de las drogas de algunos de los protagonistas, porque se sienten impunes, porque creen que no importa entrar en ellas y que en algún momento, en el que ellos decidan, lo pueden dejar... Todo esto es "Mujeres errantes", un libro con el que sin duda vas a disfrutar si finalmente decides leerlo, y cuyos personajes han ido dejando huella, en mi caso me llevo un trocito de La Chata, de la historia que cuenta de su infancia y juventud de lucha, y repito que a medida que he ido leyendo me han entrado unas ganas tremendas de visitar esa zona que en el libro se describe, a pesar de que la propia Chata dice que está muy cambiado. No estamos ante una guía de viajes, ni mucho menos, pero si la autora ha conseguido con la historia que transmite que al lector le entren ganas de visitar el terreno ya tenemos mucho ganado, y eso hay que valorarlo.
Si queréis desconectar un poco de la novela negra y disfrutar con una buena historia sobre el pasado reciente de una generación con la que aún convivimos acompañándolos en su periplo vital a lo largo de los pasajes de su vida, sin duda "Mujeres errantes" es vuestro libro. Yo he tenido el placer de leerlo y no me he arrepentido de ello. Sin duda, lo recomiendo, porque sus personajes, especialmente La Chata, han dejado huella en mi memoria, y agradezco al grupo de #SoyYincanera y a la editorial el haber recomendado la lectura de este libro.
Para terminar, una de las cosas que comenté por twitter, pidiendo una máquina del tiempo para poder rememorar aquellas historias que hemos oído de boca de nuestros mayores, dando importancia a lo que nos cuentan a veces. Me he criado escuchando historias de los mayores que me rodean, y me he sentido identificada con Greta y lo que La Chata le cuenta.
Lectura altamente recomendable, no lo dudéis.
En las primeras páginas encontramos a Greta, una escritora que está pasando por un mal momento, intentando salir de un mundo al que le han llevado los excesos propios de un periplo en el que se ha visto metida por sus malas compañías o por no saber elegir a la pareja perfecta para acompañarla en su experiencia vital, y que decide volver a Zermatt, en Suiza, para intentar retomar la no tan buena relación que mantenía con su madre, Eloína Fernández, o dicho de otro modo, con la que creía su madre, porque al retornar a Suiza encuentra a Eloína en sus últimos momentos de vida, y la revelación de que ella no era su verdadera madre, y tampoco Paul, la pareja de Eloína a la que Greta creía su padre. El descubrimiento de una vieja fotografía en la que aparecen tres mujeres jóvenes (entre ellas Eloína) ante una fábrica de una marca de reconocido prestigio llevan a Greta a investigar sobre el origen de su pasado y en la vida de la que creía hasta ese momento su madre, y así, acompañada de un angelote en el que reposan las cenizas de la mujer que creyó su madre y con la que había mantenido una relación tirante a lo largo de toda su infancia y juventud, inicia un periplo que le llevará desde Zermatt a Gijón, en Asturias, el pueblo de origen de la que suponía su madre y de las otras mujeres que aparecen en la foto. Haciéndose pasar por una escritora contratada por la Nestlé para tratar de investigar la emigración de españoles a tierras suizas y su trabajo en la fábrica, entra en contacto con Julia, conocida como La Chata de Cimavilla, el verdadero puntal de la historia, porque las conversaciones que Greta mantiene con ella ponen de manifiesto todas las dificultades por las que tuvieron que pasar para salir de los problemas de pobreza, inestabilidad, lucha por la supervivencia, de las mujeres criadas en la posguerra. Las palabras de La Chata, una mujer currante, que ha vivido toda su vida en Cimavilla, el barrio pobre de Gijón, dedicada a las labores de venta ambulante de pescado, desde muy niña, que ha tenido que luchar primero para ayudar a sus padres a sacar a la familia adelante, y luego para sacar adelante a la familia que ella misma formó, aunque sin demasiada suerte en su elección. De la mano de las conversaciones que La Chata mantiene con Greta, como lectores vamos asistiendo a un viaje para salir de los problemas que van acuciando a los distintos protagonistas para salir de la pobreza en la que han nacido, y así vemos cómo se vive en el Gijón de la posguerra, donde pese a las dificultades la gente mantenía una idea de unidad, ayudándose los unos a los otros, con la confianza puesta en aquellos que los rodeaban, hasta llegar a un Gijón mucho más cosmopolita, que ha dejado la importancia que el mar, la mar, tenía para los habitantes del pueblo, motor principal de la economía de subsistencia de la zona. Y de esas mismas conversaciones podemos enterarnos de cómo algunas personas (caso de Genara y su hija Eloína) han tratado de huir de un pasado de penurias buscando una vida mejor, en el extranjero, viaje al que se sumó también La Chata, primero en Francia como consecuencia de la guerra civil española y más tarde en Suiza, aunque en el caso de Julia con ganas de volver a sus raíces. En este periplo por Europa se distinguen las personalidades de las emigrantes, por un lado Genara y Eloína, madre e hija, que quieren buscar un futuro mejor y huir de la pobreza en España; por otro lado Greta, que a pesar de que se ha educado en buenos colegios y ha crecido lejos de España siempre será "la española" para aquellos que la rodean en Suiza, y Julia, La Chata, que no duda en acudir en ayuda de los suyos en España cuando es requerida y que no desprecia sus raíces, más bien vive adaptada a lo que estas suponen, siendo la viva imagen del pasado más reciente de Gijón. Debo reconocer que las partes de la novela en las que La Chata relata su historia son las que más me han conmovido, y la hemos acompañado en sus salidas bebiendo culines de sidra o saboreando las viandas de la zona, asistiendo como un personaje más a los acontecimientos por ella narrados. "Mujeres errantes" puede considerarse como una buen acercamiento a un pasado reciente de la ciudad de Gijón, y aunque para mi desgracia no conozca esa parte de España, debo reconocer que leyendo estos pasajes me han entrado unas ganas locas de visitar la zona, y a ello ha sabido contribuir la autora, que tan bien ha plasmado esa realidad algo lejana en su texto, todo ello aderezado con las explicaciones que daba por twitter comentando las frases que íbamos colgando a lo largo de la lectura.
Sin duda La Chata ha sido todo un personaje, que ha dejado huella en los lectores que hemos mantenido esta lectura conjunta, y también lo ha sido Greta, una escritora en horas bajas que ha soportado los problemas de sentirse extranjera en su propio país, de una infancia en la que no se sintió reconocida, que no ha sabido elegir las personas con las que rodearse, y que se ha visto inmersa en algunos excesos que le han costado algunos disgustos en la vida, pero que parece reaccionar en el momento en que decide conocer cosas de su pasado que se le han mantenido ocultas. De la mano de Greta asistimos a sus rabietas de infancia, a su colaboración en la tienda de souvenires que su madre mantenía en la turística ciudad suiza donde vivían, a sus inicios como escritora, al principio de cierto éxito, a sus escarceos amorosos primero con un músico y luego con el que será culpable de sus problemas, Hänsel, un personaje al que no coges ningún afecto a lo largo de la trama, porque como lector sabes que no es de fiar. Greta es un personaje con luces y sombras, y a ello ha contribuido la relación que mantenía desde niña con los que creía sus padres, Eloína y Paul. Eloína se nos presenta como una mujer que reniega de su pasado de pobreza y que quiere lo mejor para su hija, apuntándola para ello en el mejor internado de la zona. Su idilio con Paul le serviría para salir de esa pobreza sobrellevada con la que cargaba desde España, a pesar de ser Paul un hombre casado y con familia. Esa mentira que ocultan a Greta desde su más tierna infancia será el punto de inflexión de una relación familiar desestabilizada,y por supuesto esto traerá consecuencias, de ahí que Greta intente hacerse a sí misma, no siempre por el camino más adecuado. Paul es presentado como un personaje peculiar, que a pesar de querer a su nueva familia no está dispuesto a abandonar a la original.
Los personajes masculinos no son bien tratados en la historia, "Mujeres errantes" es una historia de supervivencia, pero desde el punto de vista femenino, aunque si hay un hombre que se salva en la trama es el padre Guillermo, un cura muy amigo de La Chata que abandona el barrio de Cimavilla para dedicar sus esfuerzos a ayudar a los necesitados de Nicaragua. Las cartas que este cura mantiene con La Chata, a pesar de que esta no sabe ni ha aprendido a leer, a lo largo de los años de su estancia en América, sirven al lector para conocer, gracias al buen hacer de Pilar Sánchez, una realidad totalmente desconocida para muchos en España, y que en ocasiones pone al lector los pelos de punta, como ocurre cuando se refiere en su correspondencia al caso de "las tumbaditas", que sin duda deja la piel de gallina. Aunque en un principio no entiendes muy bien esta parte de la historia desarrollada en otro continente, pronto se entiende el sentido de la misma, ya que las diferentes tramas que enlazan el pasado y el presente de los protagonistas hacen de "Mujeres errantes" una historia redonda altamente recomendable.
Si quieres disfrutar de una historia creíble sobre emigración, lucha para salir de las dificultades, con un toque de ironía y humor, acompañando a los personajes a lo largo de un periplo de varios años entre pasado y presente de los distintos protagonistas, saboreando una prosa muy completa, con la que aprendes alguna que otra palabra del argot asturiano, acercándote a una parte importante de la historia reciente de España, con sus luces y sombras, que trata temas como la supervivencia del día a día en época de posguerra, haciendo frente a enfermedades y escasez, el papel no demasiado bien considerado de la mujer a lo largo de la historia de España, la lucha por salir de un pozo del que es difícil salir, intentando una nueva vida empezando de nuevo en un país extranjero, en algunos casos renunciando a las propias raíces y en ocasiones sin querer olvidarlas del todo, luchando por hacerse un hueco en un mundo al que no te acaban de dejar que pertenezcas, porque no es el tuyo, porque eres "la extranjera", que desgraciadamente sigue viéndose hoy en día en las noticias que nos rodean, la lucha por quererse a uno mismo, por confiar en alguien, algo mucho más fácil por lo que transmite la autora en su libro en un pasado más lejano que en el reciente, el no saber elegir bien a los que te tienen que complementar, la autodestrucción en algún sentido, por el coqueteo con el mundo de las drogas de algunos de los protagonistas, porque se sienten impunes, porque creen que no importa entrar en ellas y que en algún momento, en el que ellos decidan, lo pueden dejar... Todo esto es "Mujeres errantes", un libro con el que sin duda vas a disfrutar si finalmente decides leerlo, y cuyos personajes han ido dejando huella, en mi caso me llevo un trocito de La Chata, de la historia que cuenta de su infancia y juventud de lucha, y repito que a medida que he ido leyendo me han entrado unas ganas tremendas de visitar esa zona que en el libro se describe, a pesar de que la propia Chata dice que está muy cambiado. No estamos ante una guía de viajes, ni mucho menos, pero si la autora ha conseguido con la historia que transmite que al lector le entren ganas de visitar el terreno ya tenemos mucho ganado, y eso hay que valorarlo.
Si queréis desconectar un poco de la novela negra y disfrutar con una buena historia sobre el pasado reciente de una generación con la que aún convivimos acompañándolos en su periplo vital a lo largo de los pasajes de su vida, sin duda "Mujeres errantes" es vuestro libro. Yo he tenido el placer de leerlo y no me he arrepentido de ello. Sin duda, lo recomiendo, porque sus personajes, especialmente La Chata, han dejado huella en mi memoria, y agradezco al grupo de #SoyYincanera y a la editorial el haber recomendado la lectura de este libro.
Para terminar, una de las cosas que comenté por twitter, pidiendo una máquina del tiempo para poder rememorar aquellas historias que hemos oído de boca de nuestros mayores, dando importancia a lo que nos cuentan a veces. Me he criado escuchando historias de los mayores que me rodean, y me he sentido identificada con Greta y lo que La Chata le cuenta.
"De camino a casa me puse los cascos y fue escuchando su voz, embrujada por las estampas marineras que me había contado. Me hubiera gustado poseer una máquina del tiempo y dar marcha atrás unos cuantos decenios. Encontrarme paseando por aquella Cimavilla poblada por pescaderas y pescadores, heroicos en su lucha contra las inclemencias, ajenos a la indiferencia y a la codicia, con la nobleza de las ilusiones truncadas y el anhelo de una vida mejor".
Lectura altamente recomendable, no lo dudéis.