Donna Leon nació en Nueva Jersey el 28 de septiembrre de 1942. En 1965 estudió en Perugia y Siena. Continuó en el extranjero y trabajó como guía turística en Roma, como redactora de textos publicitarios en Londres y como profesora en distintas escuelas norteamericanas en Europa y en Asia (Irán, China y Arabia Saudita).
Protagonizadas por su personaje principal, el comisario Brunetti, ha publicado, siempre en Seix Barral, las novelas
Muerte en La Fenice (1992),
que obtuvo el prestigioso Premio Suntory a la mejor novela de intriga,
Muerte en un país extraño (1993),
Vestido para la muerte (1994),
Muerte y juicio (1995),
Acqua alta (1996),
Mientras dormían (1997),
Nobleza obliga (1998),
El peor remedio (1999),
Amigos en las altas esferas (2000) -Premio CWA Macallan Silver Dagger-,
Un mar de problemas (2001),
Malas artes (2002),
Justicia uniforme (2003),
Pruebas falsas (2004),
Piedras ensangrentadas (2005),
Veneno de cristal (2006),
Líbranos del bien (2007),
La chica de sus sueños (2008),
La otra cara de la verdad (2009),
Cuestión de fe (2010),
Testamento mortal (2011) y
La palabra se hizo carne (2012). Es también autora del libro de ensayos
Sin Brunetti (Seix Barral, 2006) y prologuista de la atípica guía
Paseos por Venecia (Seix Barral, 2008). Sus libros, traducidos a veintiséis idiomas, incluido el chino, son un fenómeno de crítica y ventas en toda Europa y Estados Unidos. Desde 1981 reside en Venecia.
(Datos de la autora tomados del propio libro que hoy reseñamos).
Si queréis profundizar en la figura de Donna Leon, podéis consultar este enlace:
http://www.donnaleon.es/
Título original:
The Jewels of Paradise
Primera edición: octubre 2012
Cuarta impresión: noviembre 2012
© Donna Leon y Diogenes Verlag AG Zürich, 2012
Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo:
© Editorial Seix Barral, S.A., 2012
© Traducción: Maia Figueroa Evans, 2012
ISBN: 978-84-322-1394-6
Encuadernación: Rústica con solapas
Precio: 18´90€
320 páginas.
También disponible en e-book.
Sinopsis: Caterina Pellegrini, experta en ópera del Barroco, rastrea la existencia de una valiosa herencia en unos documentos hallados por los descendientes de un genial compositor vinculado a la Iglesia católica. Caterina se adentra en la Venecia del siglo XVII , investigando, sin proponérselo, la supuesta implicación del músico en el crimen más famoso de la época.
En Las joyas del Paraíso, Donna Leon reúne sus tres grandes pasiones: la novela negra, la ciudad de Venecia y la música barroca. Una trama magistral, como la mejor aria, la partitura perfecta, aquella en la que cada nota, cada protagonista, esconde su propio secreto.
Argumento: Caterina Pellegrini, la pequeña de cinco hermanas, y con un sentido muy sano de la rivalidad, consigue un puesto de trabajo en su Venecia natal para analizar el contenido de dos baúles que supuestamente habían pertenecido a un músico del barroco italiano. Al parecer Caterina ha sido elegida entre otros candidatos por su experiencia y conocimiento del tema.
Era buena con el latín, el griego y el ruso, y ya había disfrutado una beca en San Petersburgo investigando las óperas rusas de Paisiello. Aunque había iniciado la carrera de Derecho, la abandonó decantándose por la Musicología. Acabada la beca finalizó un doctorado en época barroca, gracias al que consiguió un empleo como profesora de contrapunto en el conservatorio de Matera, y posteriormente pasó cuatro años en Manchester, uno de los mejores centros de Europa para la música barroca en opinión de la autora, como investigadora y profesora adjunta. Un musicólogo rumano que conoció en una cena organizada por la mujer del jefe del departamento, le informó que la Fondazione Musicale Italo-Tedesca buscaba un investigador para trabajar en Venecia. Fue una buena excusa para abandonar su trabajo en Manchester y regresar a su ciudad natal, donde estaba su familia.
Dos primos, Franco Scapinelli y Umberto Stievani, supuestos herederos de un músico italiano, la contratan para que investigue el contenido de dos viejos baúles, para verificar si hay algo de valor y establecer quién de ellos es el verdadero heredero de la supuesta fortuna del músico. En opinión de Roseanna Salvi, la directora interina de la fundación, a los supuestos descendientes no les importaba la música, sólo el tesoro. A Caterina no le importarán las razones de aquéllos que la contratan y disfrutará buscando la verdad a través del estudio de los documentos (básicamente cartas) que guardan los baúles.
Aunque en un principio Caterina desconocía la identidad del músico, pronto se da cuenta de que los papeles pertenecen a Agostino Steffani (1654-1728), abad y compositor, autor de la ópera Marco Aurelio, y al parecer un diplomático que trabajó para la causa católica en un país protestante. Steffani vivió y murió en Alemania, pese a haber nacido en Italia.
Hay algo de intriga en el libro, especialmente te preguntas con su lectura qué podían pretender los primos, puesto que si se encontrara alguna "disposición testamentaria", ésta no tendría apenas peso legal transcurridos 300 años. A medida que te adentras en la historia encuentras algún que otro secreto, como las alusiones al compositor como un posible castrato, y la posibilidad de que estuviera involucrado en el posible asesinato del conde Philip von Königsmarck (1665-1694? -fecha de su desaparición-), supuesto amante de Sofía Dorotea (esposa de Jorge Luis de Brunswick-Luneburgo, futuro Jorge I de Gran Bretaña e Irlanda (1714-1727), aunque el matrimonio fue disuelto en 1694).
Una supuesta carta firmada por la condesa Von Platen (personaje de la época) puede arrojar pistas sobre el asesinato:
"Fue el abad el que salió ganando con el golpe mortal que lo envió a encontrarse con su Hacedor. Como Judas, él hizo que el crimen fuera posible y sacó después partido de ello. Con el dinero manchado de sangre que le dieron compró las joyas del Paraíso, pero nada podría conseguirle hombría ni honor ni belleza."
Estos son los ingredientes con los que
juega la autora. Encontramos la intriga en el estudio de las cartas que hace la protagonista y en el
acoso a la que parece ser sometida por parte de los que la han contratado para que avance en su investigación.
No se trata de una novela de misterio al uso. Donna Leon aprovecha la figura de un personaje real, Agostino Steffani, y el contexto en el que se mueve para conformar una trama que tiene como punto de unión el estudio en el presente de unos documentos de esa época. Quizá se echa de menos la acción, puesto que en muchos momentos sabemos de la trama por lo que narran los papeles encontrados, y parte de la historia se centra en el siglo XVII. En cuanto a la protagonista, sirve de excusa para introducirnos en esa época histórica (quizá se abusa un poco de los datos) y para llevarnos de la mano por la Venecia menos turística, la de los que allí habitan. Donna Leon parece demostrar un gran conocimiento de la música barroca (el libro está lleno de referencias a compositores y personajes de la época) y de la rutina de Venecia, acercándonos a pequeños bares y restaurantes, así como a bibliotecas, paseando por las calles de la ciudad de la mano de la protagonista.
Las 320 páginas del libro están estructuradas en 28 capítulos. Con este libro la autora se aleja de su personaje principal, el comisario Brunetti. Trata un tema duro, quizá desconocido para la inmensa mayoría (personalmente no conocía nada de la música del barroco italiano), con un exceso de datos históricos, que a muchos pueden importunar (personalmente creo que son necesarios para entender la historia), y con poca acción, pero
en mi opinión la historia está bien narrada, se lee bien, y aprendes (cosa que me gusta de los libros) de un tema desconocido. Creo que se le puede dar una oportunidad al libro, si estamos abiertos a descubrir en él datos históricos, y no buscamos excesiva acción. A mí personalmente me ha gustado, reconozco que igual no es apto para aquellos a los que abrumen los datos, y los que busquen una novela policíaca al uso. Tiene intriga, pero es una intriga lenta, que va surgiendo a medida que acompañas a la protagonista. El final es algo curioso, pero quizá podría haber sido más extenso, queda un poco abierto, a mi modo de ver.
Me gusta el estilo de Donna Leon, y creo que ha sabido salir bien del paso en esta historia tan difícil. Me dan ganas de retomar sus libros con el comisario Brunetti. Como anécdota personal, con el libro me han entrado ganas de buscar la música de Steffani. Creo que esto ya es un punto a favor de la autora. ¿Qué opináis?